El amante
Si das con un amante perdidamente amado,
Sabe que en él el hambre es saciedad, su sed abrevadero.
Más la gente dirá: “Está loco. ¿Qué puede
pretender del amor? ¿A qué aspira, qué espera?
La pasión le inyecta los ojos,
y ella encanto no muestra que merezca mención”.
Tenlos por bobos, por muertos nonatos,
ignaros de la vida.
No hay en el bosque rectitud,
no, tampoco censura.
Si dos gacelas enloquecen
al ver el rostro del ocaso,
el águila no exclama: "¡Qué
cosa tan sorprendente!".
Entre nosotros
lo cuerdo es cosa rara.
.../...
Gibrán Jalil Gibrán
jueves, 15 de febrero de 2007